Por: Constanza Estrella
Docente. Escuela Normal Superior de Pasto
“Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida.” Una visión atemporal dada por Pitágoras y se predica con orgullo en el desempeño profesional del docente normalista. En efecto, en nuestra institución, los maestros y maestras buscan enseñar desde la responsabilidad, laboriosidad, compromiso y respeto; invitan a los estudiantes a vislumbrar los obstáculos como oportunidades para ser mejores y generan escenarios fraternos para que los niños, niñas, jóvenes y jovencitas puedan desarrollarse en un ambiente de confianza y cooperación.
También los maestros aprendemos de los estudiantes. Cada clase, actividad y conversación se establece una conexión entre dos generaciones que se retroalimentan para entender mucho mejor los sueños, aspiraciones, anhelos, temores. Esa colaboración es una de las más significativas muestras de saber que se valora, no desde el punto de vista académico, sino desde el ámbito más íntimo de la existencia. De esta manera, invocamos la visión de T.S. Eliot sobre el educador en los tiempos modernos: “Indudablemente, una parte de la función de la educación consiste en ayudarnos a escapar, no del tiempo que nos toca vivir, pues estamos atrapados en él, sino de las limitaciones emocionales e intelectuales de nuestro tiempo.”
Indudablemente, el día del maestro es una mención de nuestra función de mediadores entre el estudiante y su realidad para que las formas de construir el pensamiento estén a la par con los valores y principios sociales, develen lógicas de pensar que posibiliten los descubrimientos y problematicen el conocimiento desde instancias próximas a su quehacer cotidiano; el ser maestro es asumir la responsabilidad de instaurar saberes diversos en interacción constante con las necesidades contemporáneas para una sana convivencia consigo mismo y con los demás. Esta labor no es sencilla, es un trabajo compartido con los padres de familia y la coyuntura histórica, social, política, religiosa y económica donde, muchas veces, se nada contra corriente porque las prioridades de cada parte se distancian del objetivo primordial: la educación integral. Sin embargo, continuamos los(as) maestros(as) ejerciendo nuestro rol con la confianza y esperanza de que la formación impartida se convierta en una impronta que les ayudará a los futuros profesionales a ejercer con dignidad su rol social.
LA LABOR DEL MAESTRO(A)
Ricardo Narváez Carrasco
Coordinador Institucional
Escuela Normal Superior de Pasto
En el conocido canto XII del a Odisea, se narra que, para el encuentro de Odiseo con las sirenas, y advertido por Cirse, deberían tapar sus oídos para no ser seducidos por sus cantos y ser llevados a lo que no se conoce y perder la vida. Odiseo dice a sus compañeros que con cera habría que tapar sus oídos y les encomendó que a él lo amarraran en el mástil de la nave. Escuchar las advertencias y guiar para evitar los peligros, creo que es una de las labores de ser maestro.
En la actualidad el canto de las sirenas se puede traducir por los múltiples engaños que se presentan y por las seducciones a partir de mentiras y de apariencias, que se dan diariamente a causa de la cantidad de información que se puede obtener por la internet. Los niños y los jóvenes están expuestos a ser engañados por las redes sociales, por las falsas amistades, por la búsqueda del bienestar, aunque sean pasajero. José María Martínez Selva en un texto titulado “Grandes mentiras en tiempos presentes” afirma que hay fabuladores que aprovechan una ocasión, a veces una gran tragedia, para construir una invención y hacerse famosos, llamar la atención de los demás o sentirse importantes… la gran mentira se puede detectar en campos muy variados: la política, el periodismo, el deporte, Internet, ciencia, empresa.
La labor del maestro es poder desde cualquier campo del conocimiento propender por esa búsqueda de la verdad en un mundo plagado por sirenas que, con sus delicados y placenteros cantos, conducen por los caminos del engaño y de la mentira. La verdad ha de entenderse como “desocultación, dejar estar lo desoculto, hacerlo patente, es el sentido del discurso”. Labor del maestro es poder hacer aparecer la verdad, velada y ocultada por las redes, por los engaños, por las apariencias de éxito o de progreso, o por el simple hecho de ser popular. El maestro guía en la búsqueda de la verdad desde la ciencia, desde el lenguaje, pero especialmente desde la ética.
Es así que los maestros no sólo dedican su vida a enseñar los diversos tipos o formas de conocimiento, también transforman la individualidad del estudiante al brindarle herramientas para enfrentar su realidad.